No habréis oído nunca una historia tan simple. Cuan cansada estaba, solo lo sabía ella. Por la mañana, los bastoncitos y los moquitos, y un buen tampón matutino acompañado de las sobras del almuerzo. Al mediodía… un par de condones. Entrada ya la tarde…chicles, la merienda, hojas pintadas o escritas, envoltorios de plástico y vidrios, ya que los dueños no son precisamente el prototipo de gente ecológica. Por la noche, más de lo mismo. -¡Qué asco! Esto no lo soporta ni un “conteiner”- decía siempre. Una mañana, después de pensarlo durante muchos meses, escupió todo lo que le habían puesto dentro y que llevaba acumulándose ya, cinco días. Viendo lo bien que se quedaba al no almacenar tanta porquería inútil, empezó a hacer el mismo proceso cada vez que le tiraban alguna cosa que a ella no le parecía útil. Al cabo de unas semanas, la papelera se había auto adornado, con trozos de tela, papel maché y otros restos reutilizables que había encontrado en su interior. No era lo que se dice pr...
Comentarios
Publicar un comentario